Saltar al contenido

¿Sales con un jugador de ping pong? Estas cosas te sonarán familiares

¿Sales con un jugador de ping pong Estas cosas te sonaran familiares

Salir con un jugador de tenis de mesa no es solo una relación con una persona: es una relación con un calendario de torneos, una bolsa con pelotas sueltas, un grupo de amistades del club y una terminología deportiva que poco a poco se te va pegando.

Si tu pareja compite o entrena regularmente, seguro ya has descubierto que el ping pong es mucho más que un juego de vacaciones. Es pasión, rutina, disciplina y a veces hasta obsesión. Pero también es alegría, esfuerzo compartido y una parte importante de su identidad.

En este artículo vas a reconocer muchas situaciones que solo quienes salen con un jugador de tenis de mesa pueden entender. Si te sentís identificado/a, no estás solo/a. Esto es parte de tu relación… y sí, también tiene su encanto.

La pala, su objeto más preciado

Puede que sea cariñoso contigo, pero con su pala tiene un vínculo especial. La limpia, la cuida, la guarda en su funda acolchada como si fuera un diamante. A veces incluso le habla o le pone nombre. Y no es raro que gaste más en gomas que en ropa.

Aprendés rápido que:

  • No se toca su pala sin permiso
  • No se deja en cualquier lugar
  • No se presta ni a amigos

Si alguna vez tuviste la osadía de usarla «para probar»… bueno, ya aprendiste que hay límites sagrados.

El calendario gira en torno a los torneos

Olvidate de planear escapadas improvisadas un fin de semana. Siempre hay:

  • Liga autonómica
  • Torneo local
  • Open provincial
  • Fase de grupos

Y si se suspende uno, probablemente haya un entrenamiento largo como «compensación». Aprendés a vivir con frases como:

  • «No puedo, juego el domingo a la mañana»
  • «Podemos salir, pero tengo que madrugar»
  • «Vamos al cine, pero solo si no se me hace tarde para entrenar»

Y sí, los calendarios de pareja se terminan armando con las fechas de competición.

Las pelotas aparecen… por todos lados

Debajo del sofá, en la mochila, entre la ropa, en la guantera del auto. Las pelotas de ping pong tienen la capacidad mágica de multiplicarse y aparecer en los lugares más insólitos. No es raro que te sientes y escuches el «crack» inconfundible.

Con el tiempo, incluso empezás a distinguir entre:

  • Pelotas de entrenamiento
  • Pelotas de partido
  • Pelotas viejas (que no se tiran por si acaso)

Una relación con un jugador viene con pelotas… muchas.

Aprendés un nuevo idioma sin querer

Topspin, push, flick, loop, drive, bloqueo… Palabras que antes no significaban nada para vos, ahora forman parte de tu escucha diaria. Al principio asentís sin entender. Luego, las usás sin darte cuenta.

Y ni hablar si empezás a mirar partidos con él o ella:

  • «¡Ese revés paralelo fue increíble!»
  • «Le leyó el efecto y lo bloqueó perfecto»
  • «¡No puede estar jugando tan pasivo ese set!»

De repente, ya no sos sólo su pareja. Sos parte del club lingüístico pingponguero.

Tenés que competir con su pasión (y eso está bien)

A veces te das cuenta de que el tenis de mesa no es solo un hobby: es un amor más antiguo que vos. Y en vez de sentir celos, aprendés a admirarlo:

  • Por su constancia
  • Por cómo se esfuerza por mejorar
  • Por lo mucho que disfruta ese mundo

Tu lugar no es competir con su pasión, sino acompañar desde tu espacio. Y cuando te deja entrar (te explica jugadas, comparte videos, te invita a un torneo), sabés que confía en vos para compartir lo que más le importa.

Los estados de ánimo post torneo son intensos

Si ganó, está radiante. Si perdió un partido cerrado, puede estar pensativo, molesto o decepcionado. Los torneos afectan emocionalmente y es importante saber:

  • Cuándo hablar
  • Cuándo dejar espacio
  • Cuándo ofrecer un abrazo silencioso

Como pareja, aprendes que no todo se trata de consolar. A veces, simplemente estar cerca es el mejor gesto.

Vas a clubes, torneos y viajes que nunca imaginaste

Empezás a conocer pueblos que no sabías que existían, gimnasios con ecos eternos y hoteles con desayuno a las 6:00 porque hay que salir para el torneo. Y aunque al principio lo hacés por él o ella, con el tiempo:

  • Te haces amigo/a de otras parejas
  • Te volvés hincha silencioso/a
  • Sentís orgullo cuando gana (y bronca cuando lo tratan mal)

Estás formando parte de un universo compartido que te acerca más de lo que imaginabas.

Descubrís lo que significa amar una disciplina

El tenis de mesa enseña valores que también alimentan la relación:

  • Paciencia
  • Resiliencia
  • Enfoque
  • Trabajo silencioso

Ver a tu pareja luchar, entrenar, corregirse y seguir intentándolo contagia. Te dan ganas de aplicarlo en tu vida. Y, de alguna manera, su pasión te eleva a vos también.

Sí, puede que te animes a jugar (y está bien si no también)

Algunos se vuelven sparrings, otros compiten, otros prefieren mirar desde la tribuna. No hay una forma correcta de compartir el deporte, pero sí es cierto que muchas parejas terminan probando y disfrutándolo:

  • Por curiosidad
  • Para pasar más tiempo juntos
  • Para entender mejor su mundo

Y si no jugás, igual podés ser su fan número uno, su apoyo emocional y su compañía silenciosa. Eso ya vale más que mil topspins.

Historias reales de parejas pingpongueras

«Yo lo acompañé a un torneo nacional sin entender nada, y terminé llorando cuando pasó a semifinales. No por el resultado, sino porque vi todo lo que había trabajado para llegar ahí.»

«Nunca jugué, pero lo veo tan comprometido con su deporte que lo admiro más. Me gusta cuando me cuenta cosas de los entrenamientos, aunque no entienda todo. Me hace sentir parte.»

«Primero me molestaba que cancelara planes por torneos. Ahora soy yo quien le recuerda que entrene y le armo la mochila. Lo apoyo porque sé que es parte de su felicidad.»

Amar a alguien es también amar su pasión

Salir con un jugador de tenis de mesa es convivir con la intensidad de la competencia, con el ruido de pelotas rebotando, con horarios raros, viajes inesperados y montones de anécdotas.

Pero también es convivir con la pasión, la perseverancia, la alegría del logro y la belleza de ver a alguien entregado a lo que ama.

Si tu pareja juega, entrena y compite, no está eligiendo el deporte por encima tuyo. Está eligiendo ser feliz. Y vos, al estar cerca, te volvés parte esencial de ese camino.

Porque cuando acompañás desde el corazón, ya estás jugando su partido más importante: el de compartir la vida.